CRISTIAN ROMERO
La ciudad es un monstruo que termina tragándose todo, sin importar que sea bueno o malo. Nadie y nada puede contra la ciudad, pero hay algunos valientes que se resisten a su voracidad, aunque sea una causa perdida.
Uno de estos valientes es Cristian Romero, un joven que siempre se ha preocupado por la creación y, además, encontró en la literatura una manera de resistir.
Su trabajo de creación y la pasión por contar historias se ve reflejado, en parte, en el libro Ahora solo queda la ciudad. Una antología con algunos de sus cuentos escritos durante dos años, pero producto de mucho tiempo como lector y escritor en formación.
Romero estudió Comunicación Audiovisual y Multimedia en la Universidad de Antioquia, lo que le permite contar historias de múltiples maneras. Su pasión por narrar comenzó muy joven gracias a la lectura de literatura fantástica.
En su paso por la Universidad de Antioquia hizo algunos cortometrajes no memorables y también participó del Taller de Creación Literaria, lo que le permitió afinarse como narrador.
He ido descubriendo que la escritura me permite resistir, entre otras cosas, política y existencialmente. La escritura siempre ha estado presente en mi vida y me ha servido para mantenerme a flote y no con ello quiero decir que para escribir necesito estar aburrido, explicó Romero.
Ahora solo queda la ciudad tiene algo en común: la resistencia de los personajes. Romero pensó siempre que quería lograr un libro que tuviera un mismo color y una misma atmósfera.
En cierta media quería que funcionara como un todo. No sabe si lo logró, pero está seguro de que en los nueve cuentos está presente la resistencia de los personajes frente a un hecho determinado, una fuerza que los supera.
Las narraciones son ciencia ficción, terror y fantasía. Es en estos géneros donde el escritor ve un potencial para reflejar la realidad hablando del futuro, y en cierta medida hacer una crítica.
A parte del texto la publicación cuenta con ilustraciones de Santiago Orozco, que estudió Diseño Visual en la Fundación Universitaria Bellas Artes. Orozco comprendió la esencia de los textos y del libro.
De acuerdo con el escritor Elkin Restrepo, que escribió el prólogo, este libro está lleno de ciudades derruidas y desoladas a la que se suman casonas góticas, vagones de metros, oscuros bosques cercanos, refugios psiquiátricos, esquinas perdidas, atmósferas y ambientes ambiguos en su indefinición, siniestros en su cercanía, una realidad que invade y se toma los ámbitos de la vida familiar y personal
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MATEO GARCÍA
Para EL TIEMPO
Medellín